Estoy a pocas horas de mi cuarto examen final y lo único que hago es contemplar a la mujer de mis sueños invadido con música de The Smiths. Pude escuchar al grupo con más detenimiento gracias a un amigo con quien estudié ayer en la tarde y luego encontré en barranco. A pesar de ser un cd pirata, lo cual celebro, la calidad de sonido era buena. Lo tocó en su equipo Pioneer de más de mil watts de potencia y la sensasión que generó en mí fue especial. Cuando recién la escuché, me quedé impresionado del matiz de la voz de Morrisey asi como de los juegos de tonalidad, volumen y frecuencia caprichosos que desarrolla a lo largo de sus canciones. No me fije en primera instancia en la letra, pero con la simple melodía su música me proyectó a una especie de antro subterrenal en donde se desarrollaba una vida nocturna de libre albedrío y aislamiento total de la ciudad.
Luego me llevó a un paraíso bucólico en el que lo que más importaba era la persona y sus emociones, y los asuntos mundanos quedaban en segundo plano. La sensasión de felicidad, bienestar, amor por los demás era natural en dicho mundo. Un lugar en el que todos estarían felices de vivir y que podría ser logrado si nos proponemos ser los artífices.
Fueron dos mundos totalmente distintos creados en menos de tres minutos. Dejo dos canciones del grupo.
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