Era el sufrimiento de Kikín, no quería que la gente lo viera con sus lentes color marrón y con amplificación de lupa, lo cual resaltaba sus ojos y lo hacía ver como una especie de sapo. Finalmente él siempre respondía a las críticas a su visión diciendo que todo sapo tiene algo de príncipe. Regresando al tema central, cada vez que se topaba con un semáforo en rojo, Kikín trataba de aplicar la técnica descrita anteriormente, a la que él llamaba, técnica "ojuela". Sin embargo, fue tan mala su suerte que cada vez que llegaba a un semáforo en rojo, la luz duraba menos de 10 segundos y no podía terminar de enfocar por completo y menos unir las letras. Es así que veía una F y luego en el siguiente semáforo vería una P y luego una X y luego una B y así intentaba deducir el nombre en base a información no tan confiable, como eran estas letras que se iban transformando semáforo a semáforo.
Ese día llegó al trabajo y finalmente las canciones ya habían pasado y no había manera de regresar a las canciones anteriores en su celular prehistórico, del tamaño de un ladrillo de arcilla quemada y más pesado que un teléfono fijo de oficina. Se la pasó comentando con todos sus amigos del trabajo, dos, sobre las canciones que había escuchado y la magia que había sentido dentro de sí. Narró las historias luego de lo cual los amigos quedaron impresionados de su capacidad creativa. Ese día estuvo tan inspirado que hizo un nuevo amigo más que se interesó en el espíritu que expedía. Sería un poco largo narrar las historias creadas por Kike pero sí podría mencionar algunos de los temas: una historia tenía que ver con imaginarse que era un águila y que podía sobrevolar la ciudad, otra tenía que ver con un viaje al planeta neptuno, otra que él podía ver los átomos sin necesidad de un microscopio, entre otras cada vez más locas.
Luego de un par de meses el gran Kikín dejó el trabajo y se dedicó a vender Bikinis, por lo que recibía la burla de sus amigos a pesar que el negocio iba muy bien. Sin embargo, las canciones que había escuchado ese día aún daban vuelta por su cabeza y siempre se cuestionaba qué era lo que había escuchado..
Yo pude estar en esa ocasión viendo lo que pasaba en el carro de Kike pero no podía hablarle porque estábamos en diferentes dimensiones. Esté donde esté, quisiera enviarle este mensaje:
Hola Kike, ese día no pude ayudarte pero pude distinguir claramente qué era lo que estabas escuchando. Te envío el link para que puedas revivir ese momento y crear lo mismo o más cosas de las que ya has creado desde ese día hasta ahora:
Tu demon.
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