He aquí en mi cuarto escuchando una de mis canciones preferidas, después de haber leído algunas horas sobre cómo poder conocerme mejor y lograr ser la persona que quiero ser..
Es increible cómo Tim confía en el público y se entrega completamente. Es digno de admirar y de inspiración para las cosas que hacemos..
El día se pone muy bonito a medida que pasa y el sol no deja de brillar. Es uno de esos días en los que te provoca hacer todo lo que no has hecho en mucho tiempo. La lectura sin duda llena el espíritu del mundo y de no ser por alertas corporales de incomodidad no sería fácil ponerle una pausa.
En mi escritorio yace un vino traído por MC después de su viaje a un país vecino y una taza de café sin café. En frente, una pizarra con mis metas escritas de manera sencilla para recordar todos los días a dónde quiero llegar y por último pero no menos importante, un lapicero fino regalado por una persona que a pesar de muchos títulos demostró finalmente ser no tan honorable (A este señor le di mi confianza y fue desleal conmigo, por lo que lo borré de mi vida) y que me recuerda siempre mantener el justo medio en mi actuar. Los medios de comunicación, celulares y iPad, olvidados en un rincón de mi cuarto para poder alejarme de todo lo que influencia en mi pensamiento y poder descubrir mi esencia. La situación inspira a recrear y escribir la historia de la chanchita -que dicho sea de paso está enferma por haber comido un ceviche en bolsa con muchas espinas- y el lobito, ahora preocupado por su chanchita enferma:
Erase una vez una chanchita activa que vino de un corral de piedras no tan cercano pero más desarrollado y sólido. Ella sentía que el corral donde vivía no la llenaba y que algo le faltaba para poder lograr la felicidad, por lo que decidió hacer el cambio en búsqueda de la misma. Es así que la chanchita llegó a su nuevo corral de paja, por cierto más sucio, desordenado y enclenque, pero lleno de vida y oportunidades. La chanchita se sentía como en casa en su nuevo corral, lo cual era lo más importante los primeros días. De hecho se acostumbró muy rápido a su nuevo sitio y poco a poco la vida le puso más actividades hasta que logró llenarse de ellas y vivir una vida ocupada y entretenida..
La chanchita, en una de sus actividades comunes como chapotear en el lodo o tratar de morderse la cola, conoció a un lobito que rondaba por ahí quien también andaba metido en su vida y sus actividades. Ambos sintieron una especie de energía compatible al momento de conocerse, pero ninguno tomó importancia por la vida ocupada que llevaban. Es por ello que cada uno continuó su vida normalmente y no hubo contacto en los días/semanas consecutivas. Sin embargo, la chanchita hizo un primer contacto para saludar y decir "OINK". El lobito respondió el saludo con un "AUUU" y luego nuevamente perdieron comunicación por algunos días o semanas. Esta vez fue el lobito quien se acordó de la chanchita y decidió llamarla para escuchar su voz y el típico "OINK" tan llamativo de la chanchita. Así se mantuvieron por un buen tiempo lejos pero cerca al mismo tiempo. De alguna u otra manera había algo que hacía que la chanchita y el lobito mantuvieran el contacto.
Pasaron algunas semanas o meses para que el destino pudiera juntarlos nuevamente. En esta segunda vez juntos ya pudieron decir algo más que "OINK" y "AUUU": "OINKERRICO" y "AUUULLOPORTÍ"! Bueno, no exactamente pero las onomatopeyas iban por ahí. Luego, poco a poco la comunicación fue mejorando hasta que pudieron entenderse al punto de hablar horas seguidas sin darse cuenta que uno se quedaba sin chanchisaldo y el otro sin lobisaldo! (esta rutina se mantuvo de ahí en adelante). Entre estos eventos y otros fue como nació el cariño entre el lobito y la chanchita y a medida que pasó el tiempo se volvieron mejores amigos, confidentes, compañeros de aventuras, amantes y más..
La base de la relación entre ambos era el deseo mutuo del bien por sobre todo, se ayudaban por cualquier cosa y aprendían uno del otro. El lobito, a pesar de su tendencia intemperante aprendió a ser una mejor persona gracias a su chanchita y del mismo modo la chanchita, a pesar de su tendencia ensimismada aprendió a ser una persona más abierta gracias a su lobito. Además de apoyarse los dos a ser mejores personas, ambos se inspiraban siempre y lograban crear cosas que no se explicaban, como por ejemplo un chanchidibujo increíble y una lobicanción, tocada en el piano y dedicada a la chanchita en una noche de quesos y vinos. Aún no existe registro de la canción tocada, pero está basada en la siguiente canción de Phoenix:
Esta es una de aquellas historias sin fin, porque es complicado que lo tenga, pero el desarrollo puede imaginarse junto con la canción..
Por ahora estoy totalmente de acuerdo con Aristóteles en que la felicidad es un hábito y es por ello que es el justo medio el motor de la vida que procuro. Por otro lado, también cito algo de Platón que leí, me gustó y también me inspiró a escribir la historia de la chanchita y el lobito:
"Es efectivamente, norma entre nosotros que, del mismo modo que a los amantes les era posible someterse voluntariamente a cualquier servidumbre que les impusieran los amados, sin que se considerase adulación ni cosa censurable, así también queda otro tipo de servidumbre voluntaria, una sola, no censurable, y es la que se refiere a la virtud. Pues nuestra costumbre establece que, si alguien está dispuesto a servir a una persona porque piensa que gracias a ella se hará mejor en algún saber o en cualquier otro aspecto de la virtud, esta esclavitud voluntaria no es a su vez vergonzosa ni una adulación."
El Banquete, Platón
Dedicado a Y.
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