jueves, 29 de octubre de 2015

Identificación plena

Un día normal por la mañana el gran Kikín escuchaba tranquilamente música aleatoria cuando de pronto empezó a escuchar una seguidilla de canciones que lo dejaron sorprendido por el nivel de identificación que tenía con ellas. Se dió cuenta que estas evocaban historias en su mente que nunca antes había pensado. De pronto bajó su mirada a la pantalla del radio del carro para saber qué era eso que estaba escuchando. Lamentablemente el gran Kikín olvidó sus lentes ese día y no pudo leer la información de la música que estaba escuchando. La única manera que pudiera hacerlo, estando sin lentes, era que achicara los ojos y enfocara artificialmente de tal modo que después de unos segundos su vista se aclarara y pudiera distinguir letra por letra y luego unirlas, tal como si fuera un analfabeto.

Era el sufrimiento de Kikín, no quería que la gente lo viera con sus lentes color marrón y con amplificación de lupa, lo cual resaltaba sus ojos y lo hacía ver como una especie de sapo. Finalmente él siempre respondía a las críticas a su visión diciendo que todo sapo tiene algo de príncipe. Regresando al tema central, cada vez que se topaba con un semáforo en rojo, Kikín trataba de aplicar la técnica descrita anteriormente, a la que él llamaba, técnica "ojuela". Sin embargo, fue tan mala su suerte que cada vez que llegaba a un semáforo en rojo, la luz duraba menos de 10 segundos y no podía terminar de enfocar por completo y menos unir las letras. Es así que veía una F y luego en el siguiente semáforo vería una P y luego una X y luego una B y así intentaba deducir el nombre en base a información no tan confiable, como eran estas letras que se iban transformando semáforo a semáforo.

Ese día llegó al trabajo y finalmente las canciones ya habían pasado y no había manera de regresar a las canciones anteriores en su celular prehistórico, del tamaño de un ladrillo de arcilla quemada y más pesado que un teléfono fijo de oficina. Se la pasó comentando con todos sus amigos del trabajo, dos, sobre las canciones que había escuchado y la magia que había sentido dentro de sí. Narró las historias luego de lo cual los amigos quedaron impresionados de su capacidad creativa. Ese día estuvo tan inspirado que hizo un nuevo amigo más que se interesó en el espíritu que expedía. Sería un poco largo narrar las historias creadas por Kike pero sí podría mencionar algunos de los temas: una historia tenía que ver con imaginarse que era un águila y que podía sobrevolar la ciudad, otra tenía que ver con un viaje al planeta neptuno, otra que él podía ver los átomos sin necesidad de un microscopio, entre otras cada vez más locas.

Luego de un par de meses el gran Kikín dejó el trabajo y se dedicó a vender Bikinis, por lo que recibía la burla de sus amigos a pesar que el negocio iba muy bien. Sin embargo, las canciones que había escuchado ese día aún daban vuelta por su cabeza y siempre se cuestionaba qué era lo que había escuchado..

Yo pude estar en esa ocasión viendo lo que pasaba en el carro de Kike pero no podía hablarle porque estábamos en diferentes dimensiones. Esté donde esté, quisiera enviarle este mensaje:


Hola Kike, ese día no pude ayudarte pero pude distinguir claramente qué era lo que estabas escuchando. Te envío el link para que puedas revivir ese momento y crear lo mismo o más cosas de las que ya has creado desde ese día hasta ahora:


Tu demon.

jueves, 22 de octubre de 2015

La verdadera esencia de Benito

Smithers, tal como lo nombra nuestro estilista y experto en corte y confección traído directamente desde tierras motupanas, había sido un ser despreciable en su etapa anterior de vida. Así lo confirmó Orly, quien soltó información muy preciada durante una cháchara bucólica acompañada de una pizza hawaiana y vino corriente en la ciudad elevada. Era tal el maltrato que Orly llegó a perder el sentido del equilibrio y ahora no puede mantener la línea recta, lo cual causa algo de angustia al tratar de evitar sus golpes al caminar. Sin embargo, su descripción de tal ser felino no cuadraba con el ser benévolo que yo había conocido. Es innegable que conservaba ciertos rasgos asolapados de fiera, pero no era para nada el monstruo de 3 cabezas del que había escuchado en los Andes. Quise investigar más allá pero la información me fue negada..

Grandilocuente y blasonador son las palabras perfectas que menos describen al engreído de don gato. En segundo plano podrían usarse petulante y jactancioso como otros adjetivos contrarios a los de el ser descrito. Era más bien benévolo y adulador, sincero y humilde, inocente y crédulo. Una especie de misticismo lo vestía en forma de Aura color amarillo, la cual pude vislumbrar luego de una ligera cerrada de ojos con 1.75 de miopía. Un Aura de purificación que daba indicios de un pasado oscuro pero un presente sincero. Solo habían dos opciones: la primera que se había dado por vencido y la segunda que había ganado su confianza. Lo interesante es que empecé a percibir cierto nivel de admiración de su parte. Tal vez por el hecho de algún comentario traído desde alguna literatura o por alguna palabra pronunciada de modo lento y profundo por alguna neurona y proyectada a partir de mis ojos y percibida por los suyos. Una especie de telepatía sin fundamento científico y practicada a partir de alguna lectura antigua conservada en formol en algún rincón de mi barco.

No fue hasta hoy que tuve una pista de que era lo que podía ocasionar tal grado de respeto hacia mi persona: la práctica de la ética a cabalidad. Ni mucho, ni poco. Ni grande ni pequeño. Ni caro ni barato. Ni uno ni otro. Ni lejos, ni cerca, buscando siempre lo bello en la virtud, a pesar de muchos errores. Tal hecho fue comprobado al escuchar un comentario suyo, luego de una estampida matutina, sugiriendo que quien creía era su mano derecha había faltado a la verdad, como aquel hombre que dijo que llegó a la luna pero nunca lo hizo. Lo dijo con una cara de decepción y resignación, pero disfrazando lo negativo con una sonrisa burlesca. En ese momento até todos los cabos y se prendió una luz al final del túnel del misterio, como si Benito hubiese encontrado a don gato al final del alcantarillado de la calle capón..

Es hoy que comprobé el nombre que siempre trató de decirme que era el suyo pero que nunca llegó a pronunciar por su amnesia voluntaria, que nunca pude encontrar por no prestarle la atención debida y por despreciar comentarios sin sentido según mi razón. Es hoy que entendí el por qué de tal frecuencia de pestañeo. Es hoy que encontré el verdadero nombre de tal servil ser reencarnado en Benito: Diógenes de Sinope.

..No hay nada que se compare a la belleza del alma. El sentimiento al descubrir la verdadera esencia de Smithers fue muy parecido al que cualquier persona magnánima puede sentir al, por ejemplo, ver este video:

domingo, 11 de octubre de 2015

Inspiración dominical

He aquí en mi cuarto escuchando una de mis canciones preferidas, después de haber leído algunas horas sobre cómo poder conocerme mejor y lograr ser la persona que quiero ser..


Es increible cómo Tim confía en el público y se entrega completamente. Es digno de admirar y de inspiración para las cosas que hacemos..

El día se pone muy bonito a medida que pasa y el sol no deja de brillar. Es uno de esos días en los que te provoca hacer todo lo que no has hecho en mucho tiempo. La lectura sin duda llena el espíritu del mundo y de no ser por alertas corporales de incomodidad no sería fácil ponerle una pausa.

En mi escritorio yace un vino traído por MC después de su viaje a un país vecino y una taza de café sin café. En frente, una pizarra con mis metas escritas de manera sencilla para recordar todos los días a dónde quiero llegar y por último pero no menos importante, un lapicero fino regalado por una persona que a pesar de muchos títulos demostró finalmente ser no tan honorable (A este señor le di mi confianza y fue desleal conmigo, por lo que lo borré de mi vida) y que me recuerda siempre mantener el justo medio en mi actuar. Los medios de comunicación, celulares y iPad, olvidados en un rincón de mi cuarto para poder alejarme de todo lo que influencia en mi pensamiento y poder descubrir mi esencia. La situación inspira a recrear y escribir la historia de la chanchita -que dicho sea de paso está enferma por haber comido un ceviche en bolsa con muchas espinas- y el lobito, ahora preocupado por su chanchita enferma:

Erase una vez una chanchita activa que vino de un corral de piedras no tan cercano pero más desarrollado y sólido. Ella sentía que el corral donde vivía no la llenaba y que algo le faltaba para poder lograr la felicidad, por lo que decidió hacer el cambio en búsqueda de la misma. Es así que la chanchita llegó a su nuevo corral de paja, por cierto más sucio, desordenado y enclenque, pero lleno de vida y oportunidades. La chanchita se sentía como en casa en su nuevo corral, lo cual era lo más importante los primeros días. De hecho se acostumbró muy rápido a su nuevo sitio y poco a poco la vida le puso más actividades hasta que logró llenarse de ellas y vivir una vida ocupada y entretenida..

La chanchita, en una de sus actividades comunes como chapotear en el lodo o tratar de morderse la cola, conoció a un lobito que rondaba por ahí quien también andaba metido en su vida y sus actividades. Ambos sintieron una especie de energía compatible al momento de conocerse, pero ninguno tomó importancia por la vida ocupada que llevaban. Es por ello que cada uno continuó su vida normalmente y no hubo contacto en los días/semanas consecutivas. Sin embargo, la chanchita hizo un primer contacto para saludar y decir "OINK". El lobito respondió el saludo con un "AUUU" y luego nuevamente perdieron comunicación por algunos días o semanas. Esta vez fue el lobito quien se acordó de la chanchita y decidió llamarla para escuchar su voz y el típico "OINK" tan llamativo de la chanchita. Así se mantuvieron por un buen tiempo lejos pero cerca al mismo tiempo. De alguna u otra manera había algo que hacía que la chanchita y el lobito mantuvieran el contacto.

Pasaron algunas semanas o meses para que el destino pudiera juntarlos nuevamente. En esta segunda vez juntos ya pudieron decir algo más que "OINK" y "AUUU": "OINKERRICO" y "AUUULLOPORTÍ"! Bueno, no exactamente pero las onomatopeyas iban por ahí. Luego, poco a poco la comunicación fue mejorando hasta que pudieron entenderse al punto de hablar horas seguidas sin darse cuenta que uno se quedaba sin chanchisaldo y el otro sin lobisaldo! (esta rutina se mantuvo de ahí en adelante). Entre estos eventos y otros fue como nació el cariño entre el lobito y la chanchita y a medida que pasó el tiempo se volvieron mejores amigos, confidentes, compañeros de aventuras, amantes y más.. 

La base de la relación entre ambos era el deseo mutuo del bien por sobre todo, se ayudaban por cualquier cosa y aprendían uno del otro. El lobito, a pesar de su tendencia intemperante aprendió a ser una mejor persona gracias a su chanchita y del mismo modo la chanchita, a pesar de su tendencia ensimismada aprendió a ser una persona más abierta gracias a su lobito. Además de apoyarse los dos a ser mejores personas, ambos se inspiraban siempre y lograban crear cosas que no se explicaban, como por ejemplo un chanchidibujo increíble y una lobicanción, tocada en el piano y dedicada a la chanchita en una noche de quesos y vinos. Aún no existe registro de la canción tocada, pero está basada en la siguiente canción de Phoenix:




Esta es una de aquellas historias sin fin, porque es complicado que lo tenga, pero el desarrollo puede imaginarse junto con la canción..

Por ahora estoy totalmente de acuerdo con Aristóteles en que la felicidad es un hábito y es por ello que es el justo medio el motor de la vida que procuro. Por otro lado, también cito algo de Platón que leí, me gustó y también me inspiró a escribir la historia de la chanchita y el lobito:

"Es efectivamente, norma entre nosotros que, del mismo modo que a los amantes les era posible someterse voluntariamente a cualquier servidumbre que les impusieran los amados, sin que se considerase adulación ni cosa censurable, así también queda otro tipo de servidumbre voluntaria, una sola, no censurable, y es la que se refiere a la virtud. Pues nuestra costumbre establece que, si alguien está dispuesto a servir a una persona porque piensa que gracias a ella se hará mejor en algún saber o en cualquier otro aspecto de la virtud, esta esclavitud voluntaria no es a su vez vergonzosa ni una adulación."
El Banquete, Platón

Dedicado a Y.