viernes, 10 de junio de 2016

Último paradero, esquina baja

Esta era la última visita de Shaggy a la ciudad de los unicornios de paso. Luego de ingerir un poco de alfalfa, lo encerraron en un cuarto dentro de un palacete construido por la Martina, un tipo de humanoide dedicado a cumplir encargos de personas con manga larga. Martina había construido este palacete junto a un basural que apestaba a una mezcla de huevo podrido y pezuña.  El lugar fue construido para sostener reuniones periódicas con la legión de zánganos que solía acompañarlo y a la que solía sodomizar en caso le provocara sin solicitar ningún permiso de trabajo seguro.

En este palacete y alrededores sucedían muchas cosas. Hace no mucho, llegó un mago que se encontraba exiliado lidiando con gente de cultura prácticamente cavernícola tratando de enseñarles geometría descriptiva. Al ver que no progresaba, su patriarca decidió regresarlo para que siguiera su camino de aprendizaje siendo el mayordomo del palacete. Asimismo, había una persona encargada de asegurarse de los servicios, Porky. Para proveer iluminación compraba velas de parafina mezclada con aserrín que permitían mayor duración. Asimismo, se encargaba de pasar por cada cuarto y recoger los residuos pseudo-fecales de los humanoides que habitaban el lugar. Esta persona, además de los oficios antes descritos, era un astrólogo de larga trayectoria y perteneciente a la logia. Llevaba un anillo de oro con la escuadra y el compás dibujados en ella, por su puesto con residuos medio marronezcos en las hendiduras. Tenía mirada débil y apariencia élfica, lo cual camuflaba su sabiduría.

Por otro lado, también vivía un cegatón con ciertos tics compulsivos en la boca producto de un adormecimiento constante. Tenía la costumbre de morderse el labio para sentirlo entonces las personas generalmente se alejaban porque pensaban que era muy atrevido con ellas, cuando el pobre Patroclo ni siquiera podía distinguirlas. Era muy emotivo y la sangre se le subía muy rápido a la cara. La gente lo evitaba cuando lo veía rojo porque sabía que podría explotar con ellos. Un amigo suyo le explicó la situación y Patroclo decidió usar polvos blancos en la cara para camuflar su emotividad. El efecto fue peor porque la gente empezó a pensar que era adicto a estupefacientes desinhibitorios gracias a los residuos que habitaban en su barba oscura, muy cerca a las comisuras.

Shaggy tuvo la oportunidad de decir adiós a todos estos personajes incluyendo a los zánganos. Vio danzar a los unicornios alrededor de un cetro de poder, del cual salía humo blanco después de haber hervido carne de gato. Era muy consciente de las características de cada uno y a pesar de ser tan peculiares, en el fondo sabía que iba a extrañar a todos.

Ese día Porky preparó una balsa con elementos reciclados para regresar a Shaggy a su pocilga navegando por el alcantarillado como ratas sofisticadas. El camino fue extenso, pero las cartas astrales también, así que surcaron las aguas negras compartiendo conocimiento y sabiduría.

Shaggy había llegado con la guardia un poco en alto por el ambiente tenso que se solía vivir en el palacete, pero finalmente se pasó el día reflexionando en que no tenía sentido y se sacó todos los escudos. Se pasó escuchando esta canción todo el día, lo cual fue el principal catalizador del cambio ..


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